El Mundo de Demi

Unas siluetas infantiles, ligeras e inmateriales ocupan gran parte de la superficie pintada. Una niña adorable de carita redondita (Sleeping angel) se abandona, sonriente, a la magia del sueño; levantada por la corola de unas muselinas suntuosas recibe las ofrendas de las hojitas verdes que van acariciando tiernamente su cara inclinada, mientras las flores de una blancura perfecta subrayan el primoroso encanto de las curvas que la vienen componiendo. Lo negro de un árbol se estira detrás de ella y procura arrastrarla hacia la orilla opuesta con los tonos degradados de la paleta preciosa, compuesta de rosados, malvas y reflejos nacarados que componen la harmonía del lindo cuadro. Una fuerza sorprendente se desprende sin embargo de la composición. Se debe al uso de un ramo de oblicuas ampliamente desplegadas antes de converger en el mismo centro de la pintura. Esas líneas invisibles subtienden los arabescos de unas enaguas aéreas e inscriben la pintura en una construcción muy próxima al ideal definido por Phidias, el ideal estético de una belleza infinita. Así, y curiosamente, la “divina proporción” habita en parte esta fascinante pintura. Entre el sueño y la magia se ha detenido el tiempo mientras se inscribía en una rama negra tendida hacia el horizonte la historia de una infancia interrumpida demasiado temprano, brutalmente sacrificada en nombre de la otra Historia. La cara de Demi se inclina, ligeramente, sobre un pasado obsesionado por la memoria de un padre inmolado en el altar de la Revolución.
La i

magen de la familia destruída vuelve así, muy a pesar suyo, en el mismo corazón de su pintura : el tema de su exposición del 2001, Family portraits, aparece de nuevo bajo el título Mother and father. Sin embargo, el trato del tema ya no tiene nada qué ver con lo que era previamente. En el 2001, los personajes bien arreglados y dispuestos conforme al plan del fotógrafo y a la tradición del retrato de familia, se encontraban en los escaques de un suelo evocador de los que dibujaba Piero della Francesca. En Mother and father, un violento vendaval ha modificado el orden anterior : una explosión de vida acaba de hacer irrupción en el seno de la pintura. La niña del cuadro abre bien los brazos y define así una horizontal que va separando el espacio dedicado al mundo de los niños del que sólo los padres se están ocupando; una frontera virtual separa el allá del ruidoso ahí. Anidadas en los pliegues de una falda flameante, unas cuantas caritas miran al espectador ; igual que Demi numerosos niños conocieron este drama familiar. Ella los acoge en su propia existencia y con unos lazos bastante discretos expresa su afecto por su padre y por su madre, tan presentes en su vida. Pero la buena conducta y el orden, reflejos de un tiempo suspendido, han dejado el sitio a la locura del trazo; aquí viene a mezclar las flores con los cascos de los escaques mientras se despliegan unas fogosas espirales; ahí van, dando vueltas, devorando las florecitas, los pájaros y más elementos de la decoración; las bellas volutas se enrollan con gracia y traducen toda la energia que emana de la vida. Un extraño contraste aparece entonces entre los dos espacios de la superficie pintada : la parte inferior del cuadro releva del reino de la acción, incluso de la agitación, mientras que la parte superior está dedicada al sosiego de una suave harmonía, lugar de los padres y del vuelo ligero de unas mariposas.

En adelante, la espiral tendrá el primer rol en la obra de Demi; pero de ninguna manera la va a encerrar la decisión formal; todo lo contrario, más bien le ofrece un modo de expresar su recién libertad. Como en un pirueteo, la espiral se enrolla, se desenrolla, se despliega y se lanza, bailando en el claro de luna, en el brillo de la noche estrellada por unos destellos de luz intensa, Moonlight sonata ; se rie del sol, del mar, Heat wave, y del cielo, Sunshine in a raining day, y revolotea en el espacio al ritmo chispeante de un alegre fuego fatuo. Durante un tiempo la vida bien logró vencer fuerzas negras. Sin embargo, las últimas, apenas acaban de posicionarse en orden de batalla, listas para combatir la fuerza viva de la luz gloriosa : One more day on earth . Soleada y libre, la niña puesta en el puro centro de una voluta, esboza con gracia un paso de danza ; alrededor suyo unos ángeles protectores contrarrestan los efectos de las lanzas afiladas. En este afrontamiento la poderosa luz ya ha ocupado parte de la zona reservada a las siluetas negras, a esa armada de la sombra ataviada con unas máscaras blancas, la mirada dirigida hacia el suelo. La amplitud del movimiento de una inmensa espiral se opone en el lienzo al ritmo de las verticales definidas por los personajes negros, imponiendo la fuerza, la radiante potencia y la gloriosa presencia de una vida asumida.

El pasmoso cuadro, naturalmente, se presta a unos largos comentarios, así como las demás pinturas que la artista nos presenta en esta exposición. La riqueza de una obra y su intensidad van de par, por cierto, con la abundancia y la complejidad de sus significantes. Pero nos falta espacio y nos toca aquí concluir un capítulo apenas esbozado. Mucha felicidad, finalmente, inunda al que está descubriendo a una artista que ya está alcanzando la cumbre de su arte, el umbral de una creación fantástica y sublime en sus metamorfosis.

Dra Marie-Thérèse Richard Hernandez
Maître de Conférences habilitée à diriger des recherches (Lead Researcher Professor)
Université La Sorbonne, Paris. (La Sorbonne University, Paris, France)
Writer and Art Critic